lunes, 9 de julio de 2007

Los gusanos, las cucarachas, y en fin, todo eso que devoraba sus tripas. Estaban ahí, removiéndolo todo, descolocando el asunto mientras yo, impasible, contemplaba el espectáculo.

Alguna vez, más de una, he deseado ser uno de esos bichejos y pasar el tiempo entre la mierda, deglutiendo y defecando. Reproduciéndome y deglutiendo. Reproduciéndome y defecando. Sin preocupaciones, sin responsabilidad, sin tener siquiera opciones entre las que elegir.

Pero lo pienso, y llego a la conclusión de que es aburrido, y todo esto ocurre mientras a ese tipo le están royendo las tripas, aproximadamente, diez especies distintas de seres diminutos. Y a mí me da igual. Porque ese tipo no soy yo, es OTRO. Y yo tengo demasiadas cosas en las que pensar, demasiadas opciones entre las que elegir, demasiadas responsabilidades con las que cargar, demasiadas preocupaciones..., como para preguntarme por qué está ahí, por qué le maté hace tres días y por qué ahora, inexplicablemente, su mujer quiere acostarse conmigo.

lunes, 18 de junio de 2007

En aquel otoño, la sangre caía junto con las hojas y yo, y mis ojos, jugábamos a no ser vistos. En principio, no era fácil distinguir los globos oculares, sanguinolentos y colgantes, que yo me lanzaba de una mano a otra junto con hojarasca y algunas cenizas.

Mis manos, mi sangre, mis ojos, las cenizas...
Cenizas de un pasado reciente ahora condensándose en lágrimas.
Formando un cielo de escarcha y borrando todo vestigio de alegría o tristeza, euforia o depresión pasadas. Sinceramente, nunca he tenido demasiado aprecio al pasado, a menos que el presente se me antojara más obscenamente insípido o inadecuado respecto a mis expectativas. Ahora ya olvidado, podía caminar de nuevo, a pasos cortos o largos, sin importarme el ritmo del resto de la gente. Gente que, en otro tiempo, me importó sobremanera y que hoy, en este momento, no son más que escarcha.

No son más que cenizas.

martes, 15 de mayo de 2007

Nicolás

Descubrió que su placer como gato consistía en destripar. No era un gato corriente, por sus venas no latía la misma aburrida sangre de un gato común. Era un gato poseído por el hastío hacia la raza humana.

Elegir una presa.
Acecharla.
Acercarse sigilosamente.
Saltar y...
En cuestión de segundos...

Degollar.
Decapitar.
Despellejar.

Sacar ojos.
Vaciar tripas.
Arrancar cabelleras.
Deglutir orejas.

Como gato que era, Nicolás siempre supo que una buena raspa de pescado es el sustento cuando no hay otra cosa. Pero no siempre hay por qué alimentarse de las sobras de una raza obesa, pensaba. Y actúaba. Porque si algo distinguía a Nicolás de los demás gatos fanfarrones del barrio que leían a Maquiavelo y soñaban con tremendas matanzas, es que, Nicolás, hacía lo que decía. Incluso más, pues no era muy hablador.

Nicolás era un gato. Pero no era un gato corriente. Era un gato muy especial.

miércoles, 2 de mayo de 2007

Huele a sudor. El tacto es húmedo y el sabor salado y ácido al mismo tiempo. Una acidez que se queda impregnada en cada una de tus papilas gustativas y permanece en los cilios de tu epitelio olfativo aún después de algunas horas.

Después de un buen rato, tus dedos se arrugan, lubricados. La mucosa los envuelve. Probablemente tu barbilla también esté contagiada de estas sensaciones que maravillan la superficie medial del lóbulo temporal y la cara anterior de la circunvolución central posterior del lóbulo parietal de la corteza somatosensorial de tu cerebro.

La adrenalina se dispara cuando el permiso es dado, incluso sin palabras. Cada convulsión, cada jadeo o gemido producen en ti una expectación desaforada.

La explicación es sencilla: deseas su orgasmo como ella misma.

jueves, 26 de abril de 2007

En aquel cubo de aquel sucio y extraño antro podías encontrarla. Podías encontrar cualquier cosa en aquel lugar. Y una de esas extrañas cosas era aquella masa cuasi líquida. Una extraña mezcla heterogénea de textura viscosa, color indefinible y sabor agridulce.

Avísame, si algún día quieres verla. Te gustará. Pero lo mejor es que yo te acompañe, la conozco bien. No es que sea imposible entrar sólo, ni siquiera cuando no tienes ni idea de lo que habita en su interior. Pero conlleva más riesgos de los que cualquiera estaría dispuesto a asumir en una bonita mañana de primavera.
Una fábrica de juguetes en desuso, mutilada y abandonada, pero que no ha perdido el encanto. Es más, me atrevería a decir que gana en ello con los años. Cuya puerta, con la pintura desconchada simulando la gran boca de un payaso dentudo, y de cerradura oxidada, es inútil tratar de abrirla más que con una ganzúa o, si sabes hacerlo, con algún clavo oxidado o ganchillo.

De niño, cuando estaba en funcionamiento, mi propio tío trabajaba en ella, y mis visitas eran tan frecuentes que el capataz empezó a encargarme tareas. Sin duda era un abuso, pero yo lo hacía con tantas ganas que no se me hubiera ocurrido, ni siquiera, pedir algún incentivo. A cambio, de todas formas, me habilitaron un cuartito allí, con una cama, un armario, una cómoda, dos sillas y una mesa. Y también un espejo. Así podía quedarme hasta tarde viendo como la máquina procesaba las piezas y formaba los distintos tipos de juguetes.
Incluso comía con los trabajadores. A mi pobre madre, que veía un futuro como trabajador para mí allí, todo esto no la disgustaba, sino que la agradaba hasta el punto de que ella misma me traía a veces sus guisos a mi habitáculo de la fábrica de juguetes.
Yo, que era un niño, tenía curiosidad por todo, y algunas de las cosas que había por allí me resultaban del todo extrañas, no sólo la enorme máquina con sus secreciones y humos.
También un agujero señalizado que había en el suelo, hacia el cual siempre profesé una enorme curiosidad, pero por el que no pude bajar hasta ya muy mayor, debido a que las pocas veces que me encontraba sólo, temía que si no podía salir, los trabajadores tendrían que sacarme de allí al día siguiente, y probablemente me echaran de la fábrica aludiendo a los peligros que yo corría en el lugar.

Aquel cubo estuvo allí siempre, incluso me atrevería a afirmar que no cambió su posición siquiera, era casi como si estuviera pegado al suelo. Cuando un producto salía mal, lo lanzaban al cubo, que despedía de inmediato un sonido chasqueante y un vapor tóxico que te hacía pensar que contenía ácido sulfúrico o algo parecido. Mi tío me advirtió acerca de él el primer día que fui a la fábrica.

Simplemente no lo toques, no te acerques, no lo inhales, no lo pruebes., me dijo.

Y yo le hice caso. Ya lo creo que le hice caso. No porque fuera mi tío, al menos, no todo el tiempo fue por eso. La realidad era que el destino que corrían los juguetes allá dentro no me era agradable para nada, y no tenía intención de compartirlo con ellos.
Un par de décadas más tarde, abandonada la fábrica ya hacía años entré, por primera vez, en aquel lugar olvidado. Como poseído por algún ser externo, me dirigí, no a mi cuarto para contemplar recuerdos, no al agujero para sanar mi enorme curiosidad, sino al cubo. Aquel enorme cubo gris de distintas tonalidades. Tonalidades que cambiaban según el lugar donde miraras, y que yo siempre había considerado un efecto de los vapores de la máquina de juguetes.

La máquina estaba ajada y vieja, aunque yo tenía el presentimiento de que seguiría funcionando, pero el cubo seguía igual, ni nuevo ni viejo, presidiendo aquella habitación. Entonces, me dirigí hacia él y asomé mi cabeza a su interior. Aquello era alucinante, como el recipiente lleno de agua que el pintor utiliza para mojar el pincel, adquiría colores y tonalidades totalmente diferentes. Metí el dedo meñique, para empezar, quizá porque nunca le he concedido mucha utilidad, y no ocurrió nada, excepto un cambio de temperatura curioso.
Mi dedo parecía estar en una tarde cálida de verano, mientras yo me encontraba en una fresca mañana primaveral. Me sentí estúpido por este pensamiento y me llevé el dedo a la boca. Era viscoso, sabía agridulce, no puede decirse que estuviera asqueroso, pero no era precisamente agradable. Me acerqué más, apoyándome en el borde y elevando mi cuerpo, para colocarme justo a pocos centímetros de aquel semilíquido cuando, antes de ver una especie de pez, lejano como si no estuviera dentro del líquido, sino en otra parte, mirándome tal como yo a él, caí en su interior y fui absorbido.

Colores se sucedían, lugares y sabores, podía respirar en su interior y era transportado hacia alguna parte. Me movía como atraído por un imán, más que por la ley de la gravedad. Cuando aterricé, mareado, alucinado e intentando discernir lo real de lo soñado, lo primero que vi sobre mí fue al pez. Aquel pez que vi fuera del cubo. Aquel pez observándome minuciosamente.

"Tú no eres un juguete.", dijo, con voz aguda y rasposa.

"No, caballero, no lo soy.", le contesté a aquel ser, que ahora podía ver al completo, y que, aún con naturaleza de pez, se sostenía sobre dos patas y en lugar de aletas tenía brazos. Por supuesto, cubierto al completo de escamas.

"¿Y qué haces aquí entonces?", preguntó, sin dejar de sostenerme la mirada.

"Me caí. Trabajaba en la fábrica de juguetes de niño, antes de que la cerrasen. ¿Sabe usted? Entré para recordar viejos tiempos y al mirar dentro de un extraño cubo que teníamos allí, tropecé y caí dentro. Y lo primero que veo con claridad desde entonces es a usted.", le confesé, rogando en mi interior no estar sobrecargando de información al pobre.

"Así que eres un... humano extraviado.", comentó por lo bajini.

"Esto..., sí, pero no por mucho tiempo, ya me están buscando mis familiares y amigos allí", le dije, tratando de sonar a verdadero, ya que temía lo que aquel bichejo marino quisiese hacer conmigo.

"Y eso... ¿cómo lo sabes? Contéstame, humano.", disparó. A mí me dolió, la verdad, porque lo cierto es que había dado en el clavo. No sólo no estaban buscándome. Tampoco lo harían en mucho tiempo, y a nadie dije donde iba. La posibilidad de quedarme allí siempre no me agradaba en absoluto.

"Oh, porque... me esperaban fuera de la fábrica y se asustaran si no vuelvo, amable caballero", respondí de modo poco convincente.

"Entiendo.", dijo. "De todos modos, hace mucho que no recibimos nada vuestro aquí y debería informar de esto, ¿comprendes? Antaño nos mandábais vuestros juguetes y nosotros os pagábamos como exigiera cada ocasión, pero de repente un día no cumplísteis vuestra parte del trato, no nos llegaron los pedidos, y ya nunca más volvimos a saber de vosotros.

Al principio, el Juguetero trató de tranquilizarse a sí mismo diciéndose, y diciéndonos, que sería un contratiempo de pocos días. Luego aquello no le sirvió ni a él mismo y enloqueció. Nuestro pueblo ama los juguetes, ¿sabes? Nos encantan. Pero aquí no tenemos ninguna forma de hacerlos. Los materiales no se mantienen de la forma en que los moldeas, ya lo intentamos.

Llevamos viviendo décadas sin juguetes. Imagínate cómo nos sentimos. Nuestras hijas e hijos no se aburren, es cierto, ¡son niños y niñas, saben divertirse! Pero nosotros no podemos hacerles regalos con los que jugar, y nos sentimos totalmente fracasados. ¿Compreeendes?", arrastró el comprendes de una manera realmente lastimera que empezaba a hacerme dudar de sus intenciones.

"Oh, entiendo perfectamente, caballero. Lo... lo comprendo todo, pero no puedo hacer mucho. Yo tan sólo trabajaba allí con mi tío. Cuando la fábrica cerró, despidieron a los trabajadores y no supimos más. También fue un duro golpe para un montón de familias, que tenían planificado su sustento en ella. Nosotros no quisimos que la cerraran. Fueron los dueños, supongo. Espero que no me culpe a mí..., no tuve nada que ver, se lo aseguro. ¡Ojalá siguiera abierta la fábrica!", le dije entusiasta, tratando de que sintiera que me solidarizaba con él. Por un momento dudó, oscilaron sus ojos de una manera ridícula y, por fin, sonrió. Para alivio mío.

"Mmmm..., está bien, humano, está bien. Entiendo que tú también te sientes estafado y, como nosotros, te gustaría ver otra vez en funcionamiento la fábrica, ¿no es cierto?"
"Eh..., claro. ¡Por supuesto que sí! Sin duda alguna, señor. No existe cosa alguna que me apetezca más en este momento", le dije, sin saber qué otra cosa podía decir que me beneficiara en estos momentos de incertidumbre.

"Pues entonces yo, Ulrico Rupertson, te acompañaré a tu tierra y veremos lo que podemos hacer. Si estás de acuerdo, claro..., si no, podrías acompañarme a..."

"No, no, por supuesto que estoy de acuerdo. No perdamos más tiempo.", interrumpí, con claras intenciones. "¿Piensa usted que sería bueno que me acompañase? Para nada es un intento de escabullirme, tan sólo quiero asegurarme de que no correrá peligro teniendo en cuenta la atmósfera y el clima que existen en el lugar de donde vengo".

"Oh, no te preocupes por eso. ¿Acaso tú estás padeciendo algún mal?", me preguntó, lo cuál me dejó trastocado porque hasta entonces no había reparado en ello. ¿Estaba yo padeciendo algún mal?, "Pues entonces, yo estaré igual de bien allí. Vamos, sígueme, que te mostraré la salida que da a tu mundo."


Y entonces, me llevó a una bañera, una bañera vieja y cómica, con patas de ésas emulando a las de un león y grifos bañados en oro, ahora ya desconchado. La bañera, por supuesto procedente de la Tierra, contenía en su interior el mismo tipo de sustancia que la que se encontraba en el cubo de la fábrica de juguetes. Una extraña mezcla heterogénea de textura viscosa, color indefinible y sabor agridulce. Me quedé mirándola y aquel pez cabrón me empujó hacia ella y vi como saltaba en su interior antes de...................................................................................................................... ............................................................................................................................

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miércoles, 11 de abril de 2007

Mutilación de la infancia

Muchos niños gritaban, lloraban, no tenían ganas de ser decapitados y pataleaban. Las madres, impasibles, los iban colocando en la guillotina y el grillo siguió cantando, desesperado, su ridícula canción.

La temible Verdad lo agarró por las antenas y le preguntó el por qué de su canto desesperado, a lo que este contestó:

"Canto por todos aquellos que ya nunca podrán cantar".

Ante esta estúpida y pueril contestación, la Verdad no puedo más que reírse a gusto, soltando al grillo de las antenas y pegándole una solemne patada, antes de volverse hacia sus obligaciones.

También canto, continuó el grillo para sus adentros, por todos aquellos a quienes se ha obligado a entonar himnos contra su voluntad, sin importar los ventrículos de sus corazones.

La Verdad, que no sólo escuchaba la voz, sino también el pensamiento, no pudo más ante tamaña demostración de poesía y estupidez, y empezó a reírse a carcajadas mientras el penúltimo niño era decapitado y su cabeza seccionada se escurrió y, en lugar de caer sobre la cesta junto a las demás cabezas sangrantes, cayó al suelo, manchándolo de sangre.

Y el último niño gritó con desdén a la Verdad que ya no tenía cabida en el mundo, y todas las madres vieron como sus propias carnes, músculos y huesos se pudrían y murieron en una lenta agonía, y la Verdad agonizó y murió con ellas, y las cabezas de los niños ya muertos sonrieron de felicidad y el grillo cantó, por última vez antes de ponerse a bailar.
11 de abril de 2007,

11 millones de criaturas diferentes de 11 billones de planos diferentes se dirigen a mi ciudad para el Primero de Ectunio.

Cada una de ellas, con sus diferentes razones para ocupar el subsuelo de este antro aberrante que apesta a pis y a humo de fábricas y vehículos motorizados, a politiqueo, a muerte y desolación.

Cuando el día señalado llegue, a la hora correcta, el mar y la tierra se abrirán al paso de seres tan grotescos e increíbles como hostiles hacia las razones humanas que han hecho posible, de tantas maravillosas maneras, el sufrimiento y el dolor, la dominación y la coprofagia. El ser humano engulle su propia mierda de maneras muy variadas, que al cabo de los siglos han perdido todo vestigio de novedad, y llegado el presente día, ya todas de acuerdo, estas criaturas, este peligro inminente para el Occidentado y otros Esclavistas, se acercan a nuestra ciudad para cumplir sus ambiciosos objetivos.

Matemáticamente y según unos cálculos realmente vistosos con los que Springjaürffeson hace las delicias de sus contertulios en fiestas y compromisos, este reputado y acreditado científico y profesor bilbaíno ha desvelado a la opinión pública los motivos y la lógica de lo que se está llamando "La Invasión" o también "La invasión extraterrestre". Springjaürffeson no ha dudado en afirmar reiteradamente, con modestidad qué duda cabe, el hecho de que sus cálculos no son más que el modus operandi de estos insectos gigantes y ultraevolucionados, sapos de tres metros de altura con juego de cuchillos propio, peces anfibio que caminan sobre dos piernas, utilizan boina y recitan poesía, etc., el cual se apoya en la Inversión de los Valores y Acciones Humanas más Toleradas y Popularmente Respetadas de la Época Contemporánea.

Según Springjaürffeson, todo este galimatías significa que "los pobres heredarán la tierra", si es que queda algún pobre, puesto que casi todo ser humano habido y por haber la ha emprendido cruelmente con algún semejante sin motivo alguno, o sólo por placer. Lo que viene a significar, continúa el profesor, es que estos seres son, en apariencia, profundamente morales, y consideran todo acto de autoridad una tiranía contra el individuo y su entorno, con lo cual, la exterminación de todos los seres autoritarios se encuentra en el primer punto de su programa, por decirlo de algún modo.

"¿Está usted diciendo que las primeras víctimas en sucumbir serán los miembros del Gobierno y las Autoridades Nacionales e Internacionales?", pregunta un periodista.

No sólo eso, prosigue el profesor bilbaíno de amplia tez, sino también sus opositores políticamente hablando. Ellos están en contra de la democracia, tal y como usted y yo la concebimos, y nos situarán, amablemente a base de degluciones masivas y genocidio, en una época de caos y descontrol, políticamente hablando, de nuevo. Por supuesto, no utilizarán armas químicas más allá de sus venenosos escupitajos, ni artefactos dinamiteros o bombarderos de ningún tipo. La situación no se parece mucho a ninguna guerra que usted recuerde, ni las 2 Mundiales, ni la del Golfo, la Invasión a Irak o el apartheid de los israelíes hacia los palestinos. Ni siquiera podría compararse con algo así como la película Independence Day, sino más bien como un coto de caza gigantesco y público donde once millones de seres pretenden darnos muerte si hemos hecho sufrir a nuestros hijos o hemos intentado forzar a otros a hacer cosas que no querían.

"¡Pero entonces esta es la peor catástrofe a la que se enfrenta la Humanidad! ¡No puede ser cierto! ¿Está usted seguro de lo que dice?"

Como lo oye, y como que me llamo Donald Saggunthom Springjaürffeson, caballero., sentenció el bilbaíno científico.

El primero de Ectunio se acerca. Algunos volcanes que se creían apagados, han reanudado su actividad, tales como el implacable Volcán Justiciero de Nueva York, o La Inmensa Muerte Ardiente, en Tokyo.

Inundaciones por todo el globo han enterrado bajo las algas montones de fábricas y de complejos urbanísticos sin que, sorprendemente, haya habido pérdidas humanas. Hay quien habla de extrañas criaturas que se nos aparecen mientras dormimos y nos salvan la vida mientras nos queman la casa. Sea cual sea la verdad, la situación no deja de ser pintoresca y maravillosa para todo aquel con un fervor pasional por el Arte.

Según el mismísimo Hombre del Tiempo, Ectunio es un mes situado entre Febrero y Marzo y podría considerarse como el 29 de Febrero, que transcurre únicamente cada cuatro años. Se sabe que en antiguas culturas situadas en la zona de México D. F. llamaban a ese día Febrarzo, y lo consideraban un mes del año, sin importarles la coherencia numérica, vaya usted a saber por qué.

Hoy, a día 27 de Febrero de 2008, esperamos con impaciencia y terror la caída de todo el Imperio Tecnocrático, pese a que ya casi no queda en pie ninguna ciudad, el armamento militar ha sido extinguido, evaporado, destruido u oxidado en su totalidad, las autoridades se han escondido en zulos y mueren lentamente de hambre y miedo, la fauna y flora vuelve a tomar aquello que se le había arrebatado y el Dodo, resucitado, vuelve a practicar sus extraños juegos en las playas y carreteras.


Hoy, dos días antes de que todo acabe, aprovechamos para decirles a las generaciones futuras, de haberlas, que no la caguen, que no se manden unos a otros, se maltraten o mutilen, que eso está muy mal y que además, si lo hacen, vendrán millones de criaturas del espacio exterior a aplastarles con pasión y decisión.

martes, 10 de abril de 2007

Las páginas 71-72 y 73-74 de mi líbreta en el rincón verde de mi isocortex

El iluminado y membranoso cielo verde irradiaba un calor sofocante, y mi resina circulaba por el floema de mi cuerpo rápidamente. Noté el sabor de la sacarosa en mis tejidos. Sentía el sudor frió de mi acuosidad latente. Las antenas serpenteantes daban latigazos precediendo tres metros mi avance. La Rama por la que me desplazaba, la Rama del Hongo Ácido musitaba sonidos de tambor bajo mi paso nervioso. La antena izquierda se detuvo ante unas láminas secas y homogéneas. El sabor de las dos laminas me reveló que se trataba de una pasta de celulosa con un extraño compuesto. Me acerqué y palpe con mayor entusiasmo, admirando su forma geométrica y notando trazas sobre la superficie, que a decir por el sentir de mi piel debe de reflejar mucho la luz... las trazas... sobre estas marcas que me harían y harán meditar largo tiempo solo puedo contar esto.

Sentimientos concretos me golpeaban en una frecuencia extraña. Temblaba y me agachaba tocándolas. Sentí un olor violento y demasiado definido para ser real. Formas podían ser Vistas sin Estar. Podía sentir sin que mi cuerpo participara, separación abismal. Las trazas me transferían conceptos. Adapté cada surco a un código, como el de las estaciones y empecé a temblar.

vegetal 1.1

lunes, 9 de abril de 2007

Saltamos como ranas porque el suelo tiembla y las nubes me manchan de color plata cuando el cascabel de la gata nublada vibra como la tierra. Chicharras tratando de invocar a Eolo en la plaza de los Cangrejos. La farola que me pregunta la hora es atacada por el banco que empuña una cimitarra con empuñadura de caracolas. Saltamos por las rocas.
Reflejos en el mar que aniquilan el horizonte convirtiéndolo en ruido y también el albatros negro ardía en hielo verde. Lluvia.

"oye, tío, imagínate un suicidio perfecto orquestado por un bolígrafo que has usado demasiado..."
Dijo el oso que llevaba un pendiente de madera, el mismo que había traído a Corto Maltés con nosotros susurrándonos baladas como brisas, vientos de lavanda en las orejas. Palabras que hacen trizas las palmeras con sus borrascas costeras. Huh... cocos rellenos de almendras ruedan empujados por trilobites voladores. Detrás de ellos solo llegaba a ver cuatro ranas color jade saltando porque tras los cocos el suelo tiembla y las nubes las manchan de color plata cuando el cascabel de mi mirada parpadeaba.

Un cítrico suicidio de vitamina C cada 30 segundos.

Yo, reconozco públicamente mi uso del corrector del word, y es más, reconozco tambien mi uso de la herramienta de Sinónimos que ofrece. El Exprimidor.
Visualización 1.0


Me hundo, poco a poco...
Me encuentro sentado, jugando con la arena en el abismo, construyendo castillos y haciéndolos caer, mientras las extrañas criaturas de las profundidades marinas donde me encuentro me rodean, me observan, me alumbran con sus peculiares apéndices luminosos. Y, de repente, me doy cuenta de que me hundo. Y, precisamente el hecho de tomar conciencia de ello, es lo que acelera mi completo hundimiento hacia... dondesea.

Me hundo, cada vez más rápido...
Me encuentro sentado, pero sobre arenas movedizas, ahora lo sé. Y ahora que lo sé, me hundo cada vez más rápido, asfixiándome. Me ahogo con la suavidad mortal de las sábanas que tantos amantes utilizaron alguna vez para sus asesinatos pasionales.

Mientras caigo, visualizo al mismo tiempo dos mundos diferentes, entremezclándose, difuminándose; uno oscuro y húmedo, fangoso, donde tan sólo existe el recuerdo de luz allá en la superficie; otro oscuro y húmedo, más sólido, con aspecto bodeguil, iluminado desde lejos, con algún destello de luz proviniente de lo más profundo del lugar.


Ahora ya, completamente en la estancia construida de madera, húmeda, miro hacia arriba y veo una especie de cristal transparente, a través del cual pueden contemplarse las figuras y siluetas marinas, sus reflejos, destellos, movimientos, colores...

¿Qué ocurriría si tratase de volver por el lugar de donde he venido? No será ahora cuando lo descubra, pues decido olvidar esta entrada, salida o lo que sea por un momento, y concentrarme en caminar en la oscuridad, siguiendo el rumor de las voces que creo oír, en alguna parte de este antro húmedo y mohoso, como si además de venir de lejos en el espacio, vinieran de lejos en el tiempo.

Sigo por un camino improvisado, creo que el mejor dadas las circunstancias, hasta llegar a lo que debió ser un inmenso salón de baile en un inmenso yate, donde unos cuantos miles de podridos-de-dinero bebían sus drogas legales a precio de infarto y se contoneaban hasta desfallecer (aunque, siempre, con elegancia, claro).

Contemplo al mismo tiempo dos realidades distintas; en una veo cómo bailan los presentes, sus trajes, joyas, sus gestos de alegría o tristeza, fingidos o no, sus copas brillantes y pulcras, el olor de perfumes caros...; en la otra hay botellas viejas de ginebra sin abrir, alguna de vodka por la mitad, ..., las copas sirviendo de nido a diferentes insectos, la pintura desconchada, el olor a humedad, la madera podrida...

Y oigo gritos desgarradores..., y me siento estafado, hasta que descubro que proviene de dos extraños seres con aspecto decrépito que fornican en el centro del gran salón y entonces mi decepción desaparece, tornándose satisfacción.

Les susurro la palabra "Caos" al oído, y ambos se vuelven jóvenes, bellos, voluptuosos, y sudan, y jadean, y gimen, y siguen fornicando, oliendo a vida.

Observo en una esquina una escalera, que en principio no da a ninguna parte, pero teniendo en cuenta la normalidad de todo aquello de lo que he sido partícipe durante un buen rato, eso no tiene por qué significar nada, así que me dirijo a ella y la subo, peldaño a peldaño, notando como cada vez se me hunden más los pies en ella, como si fuese nieve o algo parecido. Llego al final y toco con mi dedo índice el muro que, en un instante, se abre ante mí como un agujero negro. Misterioso agujero negro. Si algo he aprendido en mis andanzas es que mirar hacia atrás sólo es interesante cuando te sirve para descubrir algo, y como éste no es el caso, yo me meto por este agujero.

Ya nos veremos...

sábado, 7 de abril de 2007

Esa noche volvía a mi casa oliendo aun a tetrahidrocannabinol y en mi cabeza reaparecían los vórtices por los que la lluvia que chispea, las calles y la resina me hacen dar vueltas de campana.

Extraño juego el de la ciencia. Conocer el enzarzado de factores complejísimos que componen el supuesto cosmos puede llegar a aniquilar este mismo a medida que la ciencia se va acercando al demonio de la exactitud.

Magia o asesinato que quemaría los ojos. Conocer / controlar la posición especifica de los cuerpos es la ingenua dirección a la que se dirige la exótica fórmula de la ciencia. Seamos francos por un momento... No nos parece que llegará a nada, pero, dejemos sorprender y abracemos la posibilidad de nuevos cambios profundos en el conocimiento, conocimiento de mierda.

Dentro de armazones de aluminio, hierro y fibra de vidrio hay miles de mentes trabajando ahora mismo en comprender y destrozar el Misterio de cualquier esencia.

Las ciencias se alinean y se complementan, los factores conocidos en el interior de cada átomo se afilan y el Azar que reinó desde siempre pierde palmos de terreno.

Dejémonos llevar en el tiempo. Vemos como los fractales "espacio-tiempo-probabilidades" del extraño cristal del orden se estiran. Fríos filamentos en el todo que invaden la espontaneidad. Cruzada a niveles en los que nuestra mente ya ha quedado atrás. Infraestructuras de inteligencia artificial autónomas que analizan, miden, catalogan y usan esta energía para seguir expandiéndose....

Los milenios pasan y los síntomas de la Locura empiezan a trascender todo el Entorno. Vómitos entre los agujeros negros que se resisten por su fuerte física. El colapso del todo es inevitable, el todo que finalmente no resiste a su auto-orden y observación. ¿Es esto el éter consciente de sí? Quizá no es más que la peor enfermedad y el colmo de la efervescencia, del Absurdo de siembre. Otro fractal.

La entropía siempre sonríe última.

Y yo volvía a casa bien tarde.

domingo, 25 de marzo de 2007



Mi ombligo se ensancha. Mi ombligo se ensancha cada vez más hasta tener el diámetro de un balón. Y sigue ensanchándose. Ahora puedo ver un montón de astros en su interior, que recorren distintas órbitas que se encuentran en el interior de...

Mi ombligo. Un ombligo que está ensanchándose sin parar, que no deja de ensancharse ni por un segundo. Pienso que podría meterme dentro si quisiese, y para hacer el experimento dirijo mi cabeza hacia...

Mi ombligo. Mi tremendo y ensanchado ombligo. Como predije antes, quepo perfectamente. Ahora estoy dentro de mí mismo. Más concretamente, dentro de mi propio ombligo. No se está mal aquí dentro, pero hace bastante frío. No era consciente de la gelidez de este espacio hasta este momento y pienso que sólo por haberme dado cuenta de ello, merece la pena el viaje.

Descubro, también, que soy una totalidad. Una totalidad formada de totalidades, de conjuntos. Al mismo tiempo que soy una totalidad, formo parte de una totalidad aún mayor. La totalidad de la que formo parte, no es más que otra... totalidad. La teoría holónica empieza a marearme y caigo al suelo.

Pero no estoy herido, los holones parecen estar en su sitio. Sea cual sea el sitio donde deban estar...

Me levanto y sigo caminando. Hago ruido mientras camino porque estoy mascando chicle y aquí hay mucho eco. ¿De dónde ha salido este chicle y por qué lo mastico?

Sé que ese tipo se llama Estanislao, pero no voy a saludarle. Paso de largo junto a Estanislao hasta llegar a un cartel que creo que debe ocupar un buen trozo de ombligo. En grotescas e inmesas letras de neón, uno puede leer

SEGUNDA LEY DE LA TERMODINÁMICA

Todo sistema tiende al desorden, pienso. Mamá ya me habló de algo así. ¿O fue mi profesor de Física y Química? Qué importa. Seguiré andando hasta encontrarme con...

Oh, un valle. Hay un río. Un río cuyas aguas transparentes desvelan aquello que se encuentra bajo su superficie, algas, insectos, rocas, tornillos oxidados, jeringuillas, agujas de costura, ...

Veo en una roca a un sapo. Está plagado de berrugas por todas partes, su tamaño excede por mucho al que es usual entre los sapos... Todo esto suponiendo que yo sepa algo sobre sapos...

Le pregunto que dónde estoy y el sapo me contesta que

"Los regalos no deberían ser "útiles". Deberían ser atractivos para los sentidos. Algunos grupos pueden preferir obras de arte, a otros pueden gustarles conservas o salsas caseras, u oro, incienso y mirra, o incluso actos sexuales. Deberían acordarse algunas reglas básicas. No debería haber ninguna mediación en el regalo, nada de cintas de vídeo, grabaciones en cinta, materia impresa, etc. Todos los regalos deberían estar presentes en la "ceremonia" del potlatch así que nada de entradas para otros actos, promesas o posposiciones. Recuerda que el objetivo del juego, así como su regla más básica, es evitar toda mediación e incluso representación. Estar presentes, dar presentes."

Con lo cual, quedo satisfecho y continúo andando hasta llegar a un claro donde un montón de extrañas criaturas se dan cita. Dos topos están jugando con un yoyó, mi profesora de Lengua de la Escuela Primaria está tumbada con las piernas abiertas mientras un salmón le practica un cunnilingus, diez hombres y mujeres llevan ropajes de algo así como piratas mientras se dan un banquete bastante apetecible, la madre de mi mejor amigo de la infancia se está masturbando con un bastón decorado con runas y diferentes motivos rurales, un tipo ataviado con corbata, una bombona de oxígeno y una mascarilla para respirar, está follando con una sirena en un lago y un sacerdote se está quitando su atuendo y meando sobre él, mientras grita algo sobre una diosa, una manzana y pide que le traigan un perrito caliente, que hoy es viernes.

Saludo a un pirata y me saco del bolsillo una canica en cuyo interior brillan tres constelaciones y un canguro y la coloco sobre la mesa. El pirata me sonríe y me da la bienvenida y me invita a comer lo que me apetezca, mientras se disculpa porque no hay cubiertos y me cuenta que esto es debido a que una de las piratas, la cual me está señalando, es alérgica a ellos y tenemos que comer con las manos. Le digo que para nada es una molestia y empiezo a zamparme una extraña lasaña de verduras. Sobre la bechamel, hay unos trocitos de zanahoria que forman el número cinco, lo cual me deja muy satisfecho y una sonrisa gigante asoma mi cara y ...

Mi ombligo deja de ensancharse. La medida es perfecta.

viernes, 16 de marzo de 2007

Instrucciones

1. Utiliza el afilado y cortante instrumento de cocina para sesgar en dos mitades pretendidamente iguales su cuerpo esférico y rugoso.

2. Esmérate en sujetar con decisión cada mitad sobre la compleja maquinaria cuya cumbre cónica acaba en astas y acciona mediante presión el objeto sobre dichas astas.

3. Repite el proceso con cada una de las mitades previamente obtenidas, y cuídate de no sobrecargar excesivamente el recipiente, con sistema antigoteo.

4. Extrae el recipiente del resto de la estructura y utiliza su cuña para vaciar el contenido anaranjado y sabroso sobre otro recipiente apto para el consumo del ser o entidad al que va dirigido.

5. Dáselo a beber y prepárate para los efectos posteriores y consecuencias que pueda ocasionar el proceso.
A su edad, se conserva realmente bien, piensa el señor Jorge, mientras la mira obsesivamente prestándole bastante más atención que a su asqueroso curro de limpiacristales. Hoy tocaba su clase, como cada mes, y es el único día, continúa en su monólogo interno, en el que merece la pena armarse con la esponja y el rascador.

Es usted vieja y tiene el culo caído, piensa una avispada alumna interrumpiendo el maremágnum de palabras que llegan a sus oídos desde esos...

Horribles y arrugados labios, como pasas, con un asqueroso fruncir cada 2,07 segundos, sería mi manera de describirlos, no recuerdo muchas cosas de aquella época, pero sí a esa profesora, sin duda alguna -la misma alumna, cincuenta años más tarde, una foto en mano y sorbiendo lentamente de su tacita de té, mientras me ofrece galletitas que yo, por supuesto acepto, observando que son esas majestuosas galletitas de canela que tanto me gustan y que nadie, repito nadie, en su sano juicio, rechazaría.

Sus gestos, estilosos, expresan perfectamente cada una de sus palabras que, con sus manos al compás, acompaña, no cortando el aire, sino acariciándolo, fluyendo a través de él -el señor Jorge, otra vez, mirándola mientras ella saca sus toallitas del bolso, otra vez más, como cada vez que escribe en la pizarra, para limpiar sus manos de tiza.

¿Señorita Segundo, está usted atendiendo o no? -doña Teresa con su voz tan...

Estridente y horrible -Juan, acordándose de aquella señora que tanto le amargó la infancia.- Encima de que en todo me suspendía, tenía que soportar su terrible apariencia y sus grañidos de bruja. Con esos ojos vueltos del revés... Me es imposible olvidarla, sí señor.

En mi diario, mi abuelo habla de un encuentro con ella, ¿sabe? Unas primeras palabras y... -nieta de Don Jorge, acerca de las intimidades de su abuelo y aquella odiada, y también querida, profesora.

"Qué salvaje... ¡a mi edad! Nunca lo hubiera imaginado. La segunda vez que me dirigí a ella personalmente para algo más que cuestiones profesionales, acabó encima de la mesa conmigo detrás en un movimiento realmente..."

Ella también tenía un diario.
"Después de aquel día, y durante un mes, me ahorré lavarme las bragas. Y bien que me alegré aquel primero de Junio, sí señor..."
"no es ni Dios, ni gusano"


No era color pus, era algo así más como tirando a semen. La textura era parecida, pringosa y pegajosa, y el sabor...

¿El sabor?

El sabor era dulce, también.

Lo has probado. Ambas cosas. Joder.

Ambas cosas, sí. Y me gustaron. Ambas. ¿Y bien?

Y bien nada, continúa.

De acuerdo, sigo. La forma en que escupía todo aquello no era..., digamos, apresurada, ni nerviosa. El vómito, la eyaculación o como quieras llamarlo, era pausado y armonioso. Era más como si estuviera... pariendo.

¿Pariendo?

Eso he dicho. Por el restro de sus poros rezumaba algo, como acuoso, cuyo color iba desde el gris depresión al azul cielo de manera ordenada, de modo que más que un color diferente parecían el mismo con diferentes brillos, o mirados desde ópticas distintas.

¿Y su sabor?

No pude probarlo.

Si pretendes convencerme de que te dió asco, puedes irte a la mierda.

No pude probarlo, te repito. Para eso tenía que acercarme demasiado a la cabeza. Ya te he dicho antes que ni sus ojos ni sus extremidades me alcanzaban allí donde yo estaba, entre su ano y... lo que fuera.

Quizás era hermafrodita o...

Ni idea, pero pude sentir cierto erotismo en todo aquello...

Estás enferma. ¿Lo sabías?

Nada nuevo bajo el Sol, ya sabes. Y, continúo, empecé a acariciarla... acariciarlo..., bueno, como sea. Empecé a tocarle... ahí.

¿Ahí?

Empecé a...

¿Empezaste a masturbar a un moco gigante de color magenta, con múltiples antenas verdosas, varios ojos negros y pequeños y que escupía algo cuya textura te recordaba al esperma humano?

Eso creo.

Guau.

Debía tener clítoris, o algo parecido, ¿sabes? Imaginé que era yo misma, alternando la escena mental con alguna sobre mis amigas del instituto y, en fin, no es que aquello tuviera el mismo aspecto, si te soy sincera, ahora lo veo bastante asqueroso, pero me sirvió para hacerlo..., bastante bien, creo.

...

Comenzó a emitir así como... gemidos, jadeos, ...y vibraba.

Así que vibraba.

Sí, joder, vibraba. Y las secreciones empezaron a brotar con más fuerza, y todo se tornó más y más caótico, y el orden, la tranquilidad que previamente habían estado allí presentes, teniéndome como testigo, devinieron en desorden, y su piel magenta adquirió diversos tonos antes de...

¿Antes de qué?

Antes de que naciera. Y nació.

¿Na... nació?

Sí, nació. La criatura más extraña que jamás vi.

¿El qué?

El universo.

jueves, 8 de marzo de 2007

Pelos

Le caen por la espalda y oscilan en un movimiento esperpéntico, pero natural. Extravagante, pero suave. Le chorrean de diferentes tipos; del género boidae, sin veneno pero capaces de estrangularte en unos pocos minutos; del género boa, del género viperinae, las cuales ocasionan la mayoría de los envenenamientos ofídicos; del género colubridae, cuyas excepciones que segregan veneno podrían amargarte un fin de semana en el campo; hydrophiidae, venidas desde las aguas del océano Pacífico; elapidae, las cuatro especies distintas, todas con venenos y exóticos anillos de colores...

Ella camina y a su paso, se contonean sus caderas, ellas y esos seres reptantes que cuelgan de su cabellera, que se revuelven sobre su cráneo, mezclándose en coloridos ríos de variados venenos, de colmillos y de comprensión. De siseos, lenguas bífidas y cascabeles. De ojos suspicaces y miradas desconfiadas.

Ella camina, también desnuda, y a su paso, las miradas lascivas de cada ser humano de sexo masculino, la violan infinitas veces incluso después de haberla tenido en su campo de visión. Ella, que no le da importancia alguna a su cuerpo excepto la de emisor de erecciones frustradas, se regodea cruel imaginando a tantos y tantos estúpidos machos masturbándose en secreto, a escondidas de sus parejas. Ellos, con sus movimientos torpes, recordando vagamente el cuerpo de ella, pensando en acariciarla, tocarla, penetrarla o dominarla, limpiándose después el esperma con papel higiénico y sintiéndose fracasados, y mientras, ella sigue tambaleando el mundo. Y cualquiera con un mínimo de inteligencia, piensa ella, que se sepa celoso, reconocería sus propios límites y se alejaría prudentemente del deseo de seducirla más de una vez, y totalmente del deseo de amarla, pues privilegios no tendría sobre su infinita voluptuosidad.

No tiene miedo, pero el resto sí. O deberían tenerlo. La mujer cuyos cabellos son serpientes camina tranquila, pechos al viento, sintiéndose segura, protegida por sus reptantes guardaespaldas, de afilados colmillos, que brotan sin fin de su cabeza, y cuya existencia está ligada inseparablemente a la de la mujer. Matad una, mil serpientes, que mil y diez mil más volverán a nacer del mismo lugar del que fue sesgada la anterior.

Se escurren, entre mis dedos, pero sin morderme, bajo advertencia, claro, de su dueña, la de las caderas que se contonean...

miércoles, 7 de marzo de 2007

Helix aspersa

Tu piel esta húmeda, cerrada en la espiral de tus profundidades. Duermes en tu circulo de sueños hasta que de repente, un día, despiertas. Tu epifigrama empieza a humedecerse, a abrirse, y tu musculatura de caracol empieza a dilatarse y deslizarse.

Sientes como tus ojos van saliendo de tu par superior de tentáculos y los abres al húmedo mundo del día de lluvia.


Tu vivienda galopa sobre tu lomo y empieza a moverse entre los tallos de hierba, tierra mojada y chinorros; en busca de alimento fresco.

Nuestra concepción del tiempo es mucho mas lenta que la tuya, despiertas y sientes como te deslizas sobre tu mucosa por un cosmos de goterones y largas hojas verdes llenas de vida. Recorres palpando con tus pequeñas extensiones táctiles delanteras un mundo, rodeado de peligros y de formas misteriosas.


Así es la vida,
y así se la hemos contado.
¡Colorín colorado, mierda,
el tetrabrick se ha acabado!



domingo, 4 de marzo de 2007

Vegetal 1

érase
una vez
un planeta
triste y oscuro
y la luz
al nacer
descubrió
una semilla compleja de carbono.

Solo vegetales. No estamos hablando de un almacén de hortalizas, ni siquiera de una región de foresta, ni de la selva del amazonas. Imagina ese puto planeta zumbante de vegetación. Solo vegetación y hongos. Las condiciones para el desarrollo de los mamíferos no se dieron, los primeros seres pluricelulares no declinaron en peces, ni anfibios, ni lagartos, ni amebas.
Cientos y cientos de organismos en un vórtice de clorofila y raíces. Continentes verdes y violetaceos que difuminaban sus contornos con los mares en manglares animados de kilómetros y más kilómetros. Montañas perforadas por unas raíces colosales sustentan extrañas ciudades de variados habitantes resinosos... Algunos seres (tanto angiospermas como gimnospermas) hace tiempo que empezaron a desarrollar capacidad motora y, gracias a diferentes estrategias, se desenvuelven en un mundo de esporas, toxinas, filamentos espinosos y columnas de maderas complejas. El día y la noche son dos mundos diferentes... Respiraciones marcan metabolismos, el agua es vida, el mineral necesario y el sistema nervioso de la flora empezó a florecer
.
Decoración neoclasicista típica de una postal muy, muy opaca en el pasado de alguien que no es él. Una fotografía repleta de caras, narices, ojos y bocas pretendiendo escapar. En este siglo aún no se le ha dado nombre a las fotografías con relieve, que se mueven, se alteran, vibran.

Las caras tratan de salir. Tratan de escapar desesperadamente, sus bocas adquieren dimensiones espectaculares. Las que lo consiguen, caen al suelo del pasillo y resuenan como un cubo de agua siendo vaciado sobre el frío suelo de gres. Las caras, como masas de agua, reflejan en su caída los recuerdos. Diferentes y cúbicos recuerdos, estrellándose contra el suelo y formando charcos con más caras, más momentos, más lugares.

Y, un poco a la derecha de todo esto, de todas las caras y de todos los charcos de recuerdos mezclados, su deforme cabeza, bifurcándose. Tomando rumbos completamente contradictorios y asimilando la información. Proponiéndose más y más caminos. Diluyéndose en el cosmos, tornándose barrigudo ahora, flacucho después. Alto, bajo, muy alto, muy bajo, rezumando caos.

Se encuentra sentado en una silla mientras todo esto ocurre. Por los poros le brotan aspirinas pastosas y burbujeantes. Por la boca escupe barbitúricos, inundándose en un insomnio nervioso severo durante casi un minuto entero. Vomita, entonces, analgésicos y el dolor empieza a volverse insoportable. Siente que se muere, y se levanta de la silla, caminando lentamente. Se arrastra dejando algo parecido a la baba de un caracol. Visualiza su objetivo y camina hacia él, quejándose y balbuceando maldiciones ininteligibles.

Mete un pie. Luego el otro. Poco a poco, hasta estar definitivamente dentro. Un espejo. Repleto de nueva información. Un sujeto dispuesto a ser tu reflejo.

martes, 27 de febrero de 2007

De Glución

...y me caigo, y la cosa es que no recuerdo si me caigo hacia arriba, o me caigo hacia abajo, pero me caigo. No puedo señalar la dirección a la que me dirijo, entonces miro más en mi interior y descubro un cactus, y no puedo coger sus frutos, y me pincho y sangro...

Claramente, el sujeto padece esquizofrenia tipo residual. -dice el Doctor Herman.

...y me levanto, y la cosa es que recuerdo perfectamente en qué dirección se largó mi abuelita con las galletas.

Claramente, deberíamos encerrarle. -continúa el Doctor Herman.

...encerrarme, encerrarme... vaya, ¿quieren encerrarme? así que quieren encerrarme... encerrarme... Ya les daré yo encierro. Les alcanzaré con mis poderosos brazos y...


Bla, bla, bla, ¡está loco! -Doctor Herman, de nuevo.

...una salida, la llaman "línea de fuga" o algo así. La encontré. Debería alegrarme, pero estoy demasiado ocupado sintiendo náuseas de ver mi propio cuerpo por dentro. Qué antro. Debería dejar de comer guarradas. Allí hay un agujero. Voy hacia él. Vaya, esto resbala... empiezo a caerme de nuevo, empiezo a ...

¿Qué es esto? ¡Cuanta luz, joder! ¿Dónde estoy? Me he deslizado a una velocidad pasmosa hacia...

Un medio acuático. Está rodeado de una estructura que, pese a parecerme anteriorme muy brillante, ahora se encuentra oscura. Veo algo carnoso y peludo sobre mí, y en su centro, el agujero por el que acabo de salir. El loquesea del agujero empieza a moverse y...

Es un culo. Pegado a un hombre. Joder.

Acaban de...
Acaban de cagarme. Qué desgarro, qué desarraigo.

Miren, mírenlo. Como siempre. Ahora vuelve a engullir su mierda. Pronto cogerá una infección grave, si no la tiene ya. Debemos llevárnoslo. -explica nervioso el Doctor Herman.

Muy bien, haga lo que tenga que hacer. Pero -dice una voz con gafas de sol completamente negras-, por favor. No me obligue a seguir mirando.

...y me caigo, y la cosa es que no recuerdo si me caigo hacia arriba, o me caigo hacia abajo, pero me caigo.

Nada tiene sentido. Todo se me olvida... ¿dónde estoy? ¿quién soy? Preguntas inútiles cuando lo importante viene a ser...

...volver a casa.

Mirando la misma cara después de la estúpida pregunta, espera.
Espera, espera, espera y espera.
El ángel, sentado, con expresión infantil y risueña sigue con la mirada fija en otra parte. Sigue sonriendo mientras, con expresión dolida y expectante, la niña sigue fija en él.

Y responde. Al fin responde. La respuesta, escueta, seguida de una risita coqueta y una mirada ensoñadora, inquieta a la pobre niña, que se deshace en suposiciones, sospechas y otros delirios.

La respuesta inquieta también a las pecas de la niña.

¡Mi ángel, mi ángel! -piensa ella, mirando al ángel.
¡Mi ángel, mi ángel! -piensa él, mirando, como acostumbra, a otra parte.

Entonces llega Dios y el ángel desaparece. Mira a la niña a los ojos con expresión desdeñosa y le gruñe que la ha estado escuchando, en sus pensamientos, y que se deje de gilipolleces porque los ángeles no existen y ya tiene edad para saberlo, joder.
La niña llora.

¡Qué barbaridad! -exclama una señora mayor.

Un hombre muy barbudo viola a una mujer joven, luego saca una botella con su orina y bendice al niño que acaba de nacer.

¡Qué barbaridad! -exclama una señora mayor.

La larva crece, se automutila y se transforma en adulto. El suave vello del bebé se transforma en una mata de duras espinas que aguijonean la autoestima. El hedor de sus sobacos provoca una mutación en su nariz. Ahora le resulta imposible detectar la pestilencia propia, pero más sencillo centrar sus sentidos en el olor ajeno.

¡Qué barbaridad! -exclama una señora mayor. Pero el adulto, ahora viejo y decrépito la agarra por detrás fuertemente y ella se pone a cuatro patas y entonces el vestido se le levanta revelando que no lleva bragas y él le mete su polla desgastada y tirante por tantas pasadas erecciones y ella se pone a chillar y gemir y jadear y él jadea con ella y se funden en una espiral de amargura y lloran mientras follan y de repente descubren a un señor completamente vestido de negro mirándoles, y éste se ríe. Se descojona delante de ellos y ellos dejan de llorar, y sus caras se convierten en muecas rígidas y su piel se va descomponiendo, enterrados en diferentes agujeros, y los gusanos nacen, comen, crecen, comen, follan, cagan, comen, cagan, follan, mueren, en las cuencas de sus ojos y en los alrededores de sus anos y una nueva larva nace.

viernes, 23 de febrero de 2007

Principios.

El niño gusano se detiene ante la estructura pétrea del Monte Olimpo condensado en un recuerdo. Mordaz desilusión que mantiene la desidia atada a una cuerda, sujetando el adrenalínico estado de ánimo de su espíritu, ahora descendiente. Se siente infame y se sienta. O más bien, se deja caer, sobre el colchón raído e infestado del viejo picadero. Piensa en el tétrico pasado del lugar en el que se haya, y un leve escalofrío le recorre el espinazo. Ahora piensa en ella, y en peces que se autoinmolan. En peces autoinmolándose. Y la desidia le posee de nuevo y ya no piensa, la realidad se tambalea ante sus ojos. Quizá todo esto esté pasando de verdad, o quizá este sucio y húmedo, lloroso y arrastrado ser esté demasiado puesto de LSD como para acordarse si quiera de ello.

Sonríe, atontadamente, y se mira sus propias manos, que le chorrean, escurriéndose hacia el colchón y siendo absorbidas por éste, que empieza a adquirir el conocido tono anaranjado, tantas veces protagonista de su vida reptante.